LA MODERNIZACION DEL CAMPO



CARACTERISTICAS

El proceso de modernización del campo uruguayo se hizo lentamente en varias etapas. Abarco la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX y tuvo momentos de aceleración y momentos en los que se frenaron los cambios. La “modernización” respondía tanto a factores internos como externos, aunque estos fueron los que más incidieron tanto en el tipo de cambio como en la aceleración o no de ellos. Se trataba de una adecuación a las exigencias de los mercados compradores, por lo tanto las exigencias de estos eran las que regulaban esa “modernización”
Dentro de los cambios que se realizaron en el correr del tiempo, tenemos: la cría de ovinos, la mestización de vacunos y ovinos, el alambramiento, las praderas mejoradas, el desarrollo de la lechería. Estos cambios no se hicieron en todo el país a la misma vez y en el mismo momento; hubo quienes los impulsaron y quienes los adoptaron enseguida pero también hubo productores rurales que mantuvieron sus antiguas formas de explotación del campo.
Podemos distinguir tres etapas en este proceso:
1) Los primeros intentos de modernización a mediados del siglo XIX, con los primeros mestizajes, la incorporación de los ovinos y la mejora en la administración de las estancias.
2) El período que se inicia con los gobiernos autoritarios (Latorre y Santos), donde desde el gobierno se crean condiciones internas favorables a la modernización (los sectores rurales reclamaban “orden a cualquier precio” para asegurarse las inversiones). En este período se lleva a cabo el alambramiento, el Código Rural impone en nuevo ordenamiento jurídico y se intensifica la cría de ovinos.
3) La tercer etapa se produce a comienzos del siglo XX con la instalación de los frigoríficos que va imponiendo la necesidad de mestizar para mejorar la calidad de las carnes. También en este período se comienzan a mejorar las praderas (avenales) y se impulsa la lechería.



EL MESTIZAJE

El mestizaje de vacunos comenzó con la introducción de los primeros toros Durham y Hereford a mediados del siglo XIX. Las condiciones económicas y políticas existentes en las últimas décadas del siglo XIX harían suponer que al llegar el siglo casi todo el ganado estaría mestizado pero no fue así.  En 1914 más de la mitad de los animales que se vendían a los frigoríficos y saladeros eran criollos (sin mestizar) o poco mestizados.
Condiciones que favorecían el mestizaje.- A partir de 1875 la condición más reclamada por los estancieros nucleados en la Asociación Rural, estaba dada: la paz interna. Mestizar significaba invertir dinero en la compra de animales reproductores puros y en la construcción de potreros para controlar las cruzas. Los estancieros perdían sus inversiones durante las guerras civiles cuando las matanzas de ganado y la destrucción por venganza eran comunes.
Por eso los estancieros impulsaron y apoyaron un gobierno fuerte como el de Latorre. El orden se mantuvo en el resto del siglo salvo durante la presidencia de Idiarte Borda cuando se produce la primera revolución de Saravia. El vacío que los sectores rurales modernizados le hicieron a Saravia en su primera y en su segunda revolución, la de 1904, y la presión que hicieron sobre el gobierno para que pusiera fin a la rebelión, muestra como se sentían afectados en sus inversiones. La derrota definitiva de las revueltas rurales en 1904, les volvió a dar la tranquilidad tan deseada.
Otras de las condiciones que favorecía la mestización era la situación económica favorable. Los estancieros invertían en la mestización si tenían seguridad de que obtenían buenas ganancias, sino no corrían riesgos. El periodo posterior a la crisis de 1890 había sido bueno y se  valorizaron los campos mucho más que el ganado. Este se faenaba con destino a los saladeros nacionales o se vendía hacia los saladeros de Brasil. Pero el mercado del tasajo era cada vez más reducido. Por otro lado, aparecían nuevos mercados: Montevideo donde su población crecía con la inmigración y se formaba una clase media con gustos más exigentes, los frigoríficos argentinos y Europa.
Para abastecer a estos mercados era necesario mejorar la calidad de la carne: animales con más carne y que crecieran más rápido para faenarlos jóvenes. Para lograra esto había que mestizar. A partir de 1905 el impulso a la mestización lo va a dar la creación del primer frigorífico en Uruguay, al que se va a sumar un segundo en 1912.
En teoría, la demanda de los frigoríficos sólo podía ser satisfecha con novillos mestizos, porque el mercado inglés, adonde iba la carne congelada, exigía carnes de buena calidad, y el ganado criollo no podía darlas. Incluso resultaba más costoso congelar la carne del vacuno criollo debido a su fuerte proporción de agua.
Para los sectores rurales progresistas los frigoríficos significaban progreso y modernización. Decía la Federación Rural, a través de un artículo en el diario El Siglo, en 1909: “Los frigoríficos no son sólo factores económicos en países como el nuestro. Su acción es civilizadora, progresista, educativa y hasta de propaganda en el exterior. Los ganaderos que no han mestizado sus haciendas permaneciendo aferrados a las viejas prácticas y a la cría de criollos, nada tienen que ver con los frigoríficos. Sólo los progresistas son los llamados a recoger los beneficios de esa empresa. Todos saben ya que el frigorífico no faena novillos sino de carne fina y cuyo peso sea por lo menos de 520 kilos; y todos saben también que esos ganados se han pagado este año a 5 centésimos el kilo en pie, mientras los criollos se vendían a preciso mucho más bajos. De esas enseñanzas nace forzosamente el impulso a la mestización”
La mayor demanda también aumentó el precio del ganado mestizo. Luego de la instalación del primer frigorífico, entre 1905 y 1910, el precio pagado por los novillos mestizos fue 15% superior al pagado por los criollos. Además el mestizo tenía mucho más kilos, por lo que se obtenía mayor precio por cada animal.
Condiciones que frenaban el mestizaje.- En teoría los frigoríficos sólo faenaban mestizos, pero en la realidad uruguaya de comienzos del siglo XX, no fue así. La instalación de los frigoríficos norteamericanos y su competencia con los ingleses, lo llevó a comprar todo tipo de ganado. Se pagaban buenos precios por los mestizos, pero también por los criollos, y los estancieros que no querían cambiar la rutina, se mantuvieron sin mestizar.
Los estancieros con mentalidad conservadora no estaban impuestos a realizar cambios mientras su producción siguiera siendo rentable. No tenían excesivas ganancias pero tampoco corrían riesgos. Los cabañeros, que se dedicaban a importar y criar animales puros para luego venderselos a los estancieros, se quejaban de que estos no compraban o querían precios bajos.


Muchos de los estancieros que habían mestizado no  lo habían hecho adecuadamente. Para obtener una mejora notable y que se mantenga en la descendencia de los animales se requiere de una cruza, es decir el animal obtenido de un primer cruzamiento entre un toro puro y una vaca criolla, se vuelva cruzar con un toro puro y mantener estos cruzamientos durante por lo menos 5 o 7 generaciones. Pero lo común era que el animal producto de una primer cruza no volviera a cruzarse con toros puros. Por lo tanto iba perdiendo la “pureza de sangre”. Estos animales eran mestizos, pero no la “cruza” científica. Muchos estancieros se asombraron cuando la Revista de la Asociación Rural explicó la diferencia.
Al no mantenerse el cruzamiento, los animales presentaban algunas características físicas de los puros (Hereford o Durham), pero les faltaba los principal: el peso y el crecimiento rápido.



LAS PRADERAS MEJORADAS

El progreso logrado con el mestizaje no podía mantenerse sin buenos pastos. Desde 1907 la recién creada facultad de Agronomía comenzó a difundir la necesidad de complementar la transformación del ganado con la transformación de las pasturas.
Hasta el momento se utilizaba la pradera natural, o sea el ganado se alimentaba de los pastos que crecían naturalmente y de acuerdo a las condiciones climáticas. Esto tenía sus problemas:
a) Los pastos eran de escasa e irregular producción.  Faltaban en invierno y en los veranos secos, pasando los animales a estar subalimentados durante varios meses.
b) El agotamiento de los suelos.
c) Los animales mestizados perdían sus condiciones de mayor peso y crecimiento si no recibían una buena alimentación. No valía la pena hacer las cruzas si después los animales obtenidos no eran bien alimentados. El crecimiento de los terneros se detenía durante los meses de invierno y al afectarlos en los dos primeros años de vida, luego, cuando fueran animales adultos, por más que los alimentaran no alcanzarían la estructura física que era el objetivo de las cruzas.
Los animales mestizos necesitaban de praderas mejoradas. Los compradores ingleses no se conformaban con la gordura de la carne, también querían calidad. Los productores argentinos ya habían iniciado las mejoras en sus campos plantando alfalfa para alimentar al ganado; esto les permitía criar los vacunos Shortorn cuyas tiernas carnes eran exportadas para alimentar a la clase media británica.
Lo estancieros uruguayos se mostraron reacios a invertir en alfalfares. En Uruguay, país donde daba prestigio social tener mucha cantidad de tierras, muchos creían que mejor negocio que gastar dinero en mejorar las praderas, era comprar o arrendar más campo. Mejorar la pradera requería una inversión inicial de dinero que era mayor de lo que costaba alquilar más campo. Además al plantar el alimento para el ganado se corrían los riesgos de toda tarea agrícola: sequía, insectos, variaciones bruscas del clima, etc.
Además la alfalfa era una planta que requería tierras húmedas con agua subterránea cerca de la superficie. La Pampa húmeda argentina era excelente tierra para la alfalfa, pero no lo era Uruguay. Por eso en nuestro país se prefirió la avena, que se adaptaba mejor al terreno, era más barata la semilla y requería menos mano de obra para preparar la tierra. La alfalfa se destinó a los cabañeros y a mantener los animales más finos (los reproductores de mayor pureza).
Uno de los problemas, o excusa presentada por los estancieros para no mejorar las praderas, era la falta de una mano de obra capacitada. El pobrerío rural no era apto para las tareas agrícolas que detestaba; y los estancieros no creían conveniente arrendar sus tierras a inmigrantes para que plantaran los forrajes, como sí se hacía en Argentina. La solución que se buscó fue la mecanización del campo con el uso de tractores para arar.
Con un sólo hombre manejando el tractor se podían arar hasta 10 hectáreas por día. En 1910 se comenzaron a importar tractores a nafta.
Pero la mejora de las praderas no se extendió como pretendían los estancieros progresistas. A pesar de las exhortaciones de los agrónomos, en 1914 las plantaciones de avena eran apenas el 0,22 % del total de tierras dedicadas a la ganadería. La mayor parte de las plantaciones de avena las realizaba los canarios de Canelones y los suizos de Colonia que vendían sus cosechas a los cabañeros. Como la producción no era mucha los precios eran altos y en varias ocasiones los cabañeros pidieron la gobierno que permitiera la libre importación de avena y alfalfa desde Argentina. Los cultivadores de avena respondieron que si el precio de la  avena era alto se debía a que los estancieros no plantaban avena para sus propios ganados y debían comprarla a los pocos agricultores que se dedicaban a ese cultivo.
La producción de avena era consumida casi en su totalidad por los reproductores puros y no alcanzaba para alimentar a los mestizos. Los estancieros, en general, consideraban que plantar forrajes no era parte de su labor y seguían pensando que plantar y criar ganado eran actividades antagónicas.
La insuficiencia de praderas mejoradas se hizo sentir cuando en 1910 y 1911 se produjo una sequía que provocó una gran mortandad de animales por falta de alimento.



CAMBIOS EN LA EXPLOTACIÓN DE   LOS OVINOS

En la explotación de los ovinos fue donde se observaron mejor los cambios. Hay diversos factores que impulsaron esos cambios.
 Por un lado el incremento de la demanda frigorífica de carne de oveja y el aumento de las compras de lanas motivaron la cría de razas ovinas que cumplieran un doble propósito: obtener lana y carne.
Por otro lado la mayor parte de las majadas estaba en manos de quienes formaban la clase media rural: medianos y pequeños estancieros, que estaban más abiertos a las innovaciones que los grandes propietarios.
Para obtener mejores carnes de oveja se adoptaron las razas inglesas Lincoln, Schropshire y Romney Marsh, disminuyendo el tradicional merino productor de lana. En 1908 el merino constituía el 80% de las majadas; en 1916 había descendido a 40%, siendo ocupado su lugar por las otras razas. También aumentó la cantidad de lana que se obtenía por oveja (de 2 a casi 3 kilos) aunque aún estábamos lejos de las cifras alcanzadas en los países productores de lana (una majada en Uruguay daba el 25% de lo que daba en EEUU o Australia).
Otras innovaciones que se producen en la cría de ovinos a comienzos del siglo XX fueron: el uso de máquinas de esquilar sustituyendo el “esquileo a mano”, el uso del alambrado de siete hilos, la mejor individualización de la propiedad de los animales y el combate contra la sarna.
El uso de máquinas de esquilar permitió hacer más rápida la tarea de esquila pero obligando a los esquiladores a adaptar su tiempo al de la máquina. Solamente los grandes propietarios podían comprarlas, pero también los comerciantes de los pueblos del interior las compraban para alquilarlas a los medianos y pequeños propietarios.


La sarna era la gran plaga de los ovinos que provocaba una pérdida de 10% anual de la producción de lana. Para combatirla se generalizaron los baños para uso de sarnífugos. La construcción de baños, metálicos, de mampostería o madera se difundió en ña primera década del siglo XX pero no de manera uniforme; en la zona sur y litoral fue donde más se construyeron. Los hacendados progresistas eran partidarios de que el gobierno obligara a los productores a construir baños y penara a los que no bañaran a las majadas para hacer las curas. En 1910, durante la presidencia de Claudio Williman se aprobó la ley de Policía Sanitaria Animal que fue reglamentada durante la segunda presidencia de Batlle. A partir de esa ley quedaba prohibido el tránsito de animales atacados de sarna y se designaban veterinarios para inspeccionar las majadas.
También para evitar la propagación de la sarna, pero además para evitar las pérdidas y mezclas de las ovejas, se generalizó el uso de el alambrado de siete hilos. Hasta ese momento el más usado era el de cinco, que debido a los espacios que dejaba entre los alambres permitía el paso de las ovejas. Los grandes estancieros rutinarios se negaban a hacer esta innovación. Una ley de 1913 estableció que el alambrado de 7 hilos, con postes cada 15 metros y piques cada 2 metros, era obligatorio y le daba a los propietarios de tierras un plazo de hasta 10 años para cumplir con la ley.



EL DESARROLLO DE LA LECHERIA

A comienzos del siglo XX nace el tambo en el medio rural uruguayo, en particular en los departamentos cercanos a la capital. Hasta ese momento los tambos estaban en la propia ciudad de Montevideo o sus alrededores, pero comenzaron a instalarse en Canelones, San José, Florida, Lavalleja. En 1913 el Ministerio de Industrias censó casi dos mil establecimientos que producían leche. Muchos de ellos no eran exclusivamente tambos sino que se dedicaban a la cría de vacunos o a la agricultura y como anexo tenían vacas lecheras.
Pero al ser cada vez más rentable la venta de leche fue creciendo el número de quienes se dedicaban a la lechería.
Factores del desarrollo lechero.- Varios factores favorecieron la lechería:
a) El desarrollo del ferrocarril que permitió enviar la leche desde lugares más alejados, aunque no más de 100 kilómetros, del gran centro de consumo que era Montevideo.
b) El crecimiento de la demanda capitalina. No sólo aumentó la población sino que modificó sus hábitos alimenticios y su nivel de vida. La inmigración europea fue un factor importante. Desde Italia, España y Francia llegaron hombres habituados al consumo de queso y leche. Además ellos fueron, en muchos casos, los que se instalaron con tambos y se dedicaron a la fabricación de quesos (por ejemplo los vascos y los suizos)
c) La difusión de la moderna pediatría de origen francés que dio un mayor valor a los productos lácteos. Los médicos pediatras insistían en el valor nutritivo y lo esencial para el crecimiento de los niños de la leche.
d) El apoyo que le dio el gobierno, en particular Batlle y Ordoñez, quien veía en la lechería la forma de combatir el latifundio y poblar la campaña. En la forma de ver de Batlle, la lechería permitiría poblar el medio rural, diversificar la producción e instalar industrias que trabajaran con la leche. De esta manera se extendería la clase media rural y disminuiría el poder de los latifundistas. Basándose en estos razonamientos el gobierno aumentó los impuestos  a la manteca y a la crema de leche provenientes del exterior.

Características de la explotación lechera.- La lechería obligaba al productor a asumir algunos cambios en la forma de trabajar y esto incidió en su mentalidad.
El tambero debía modificar la naturaleza del ganado mucho más que el productor de carne o lana. Este último se regía más por las leyes de la naturaleza que las del mercado. En la lechería el contacto con el mercado era constante. La demanda diaria y la imposibilidad de conservar la leche por mucho tiempo, obligaban a mantener una producción permanente.
En el tambo las hembras eran las protagonistas, no los machos; a menudo se sacrificaban los terneros para que las vacas, al no amamantarlos, aumentaran su producción de leche. Al tambero le convenían las pariciones más seguidas por que eso aumentaba el volumen de leche que disponía la vaca, sobretodo en invierno, cuando las pasturas escaseaban y la leche disminuía. La vida del animal hembra tenía más valor en el tambo que en la estancia productora de carne, por que el animal valía por lo que producía; la vaca era como un máquina de dar leche, de la cual podía extraerse, aplicando las adecuadas tecnologías otros productos como quesos, manteca y crema.
La forma de pensar del tambero se adaptó a estos hechos. El animal requería ser manejado de acuerdo a las exigencias del mercado y debía utilizar las formas que permitieran aumentar la cantidad de leche, interviniendo en los procesos naturales (matanza de terneros, pariciones en invierno, ovariotomía que permitía obtener leche más rica en grasas). Esto generaba una mentalidad más “burguesa” que la del estanciero tradicional.
La lechería se podía explotar por aquellos que no poseían grandes capitales. El tambo, en esos primeros años de desarrollo, no requería de una gran inversión para ser instalado. El ganado lechero era barato; los galpones piso de tierra y piso de paja, no se utilizaban máquinas de ordeñar ni de refrigerar. Las actividades se podían hacer familiarmente. Era una actividad ideal para quien tenía poco capital pero mucha voluntad, por ejemplo los inmigrantes.
La lechería requería más personal que la estancia tradicional, pero era una tarea que se podía hacer por parte de la familia del tambero. Este, a diferencia del estanciero tradicional no podía ausentarse y dejar en manos de capataces la explotación. Era necesaria su presencia permanente para dirigir las tareas.
En general la actividad lechera no la realizaron propietarios de tierras, sino arrendatarios: se alquilaban tierras para criar ganado lechero. Como los tambos, debido a la deficiencia de transportes, debían estar cerca de su centro de consumo que era Montevideo, los precios de los arriendos de las tierras en un radio de cien kilómetros de la capital crecieron desproporcionadamente.
El tambo estaba forzado a vivir cerca de Montevideo por dos razones: el carácter perecedero de la leche y las deficiencias del transporte. La mayoría de los tambos carecían de sistemas de enfriamiento de la leche. En el verano eso significaba que la leche no podía tardar más de tres horas en llegar a los consumidores. La leche era conducida por pésimos caminos en carros hasta las estaciones del ferrocarril. Aquí los tachos quedaban al sol hasta que era cargados al tren. El ferrocarril carecía de vagones refrigerados y los tachos marchaban junto con el resto de la carga. La Federación Rural se quejaba en 1910 diciendo que “... la leche y otros productos alimenticios vienen en pésimas condiciones en los ferrocarriles; en los mismos vagones en que viene la leche, vienen los recados, los colchones y los forrajes, que pueden ser vehículo de enfermedades. En completo hacinamiento viene todo género de mercancías y encomiendas y algo más: cadáveres de seres humanos fallecidos de cualquier enfermedad que son recibidos como una carga cualquiera...”.


Si bien el tambo no requería una inversión grande para instalarse, si era necesario disponer de capital para mantenerlo debido al precio de los arriendos y la compra de forraje. Quines no plantaban forrajes para mejorar las praderas se veían en dificultades al llegar el invierno y las vacas se quedaban sin pasturas. La disminución en la producción de la leche era más perjudicial para el tambero que la disminución del peso de las vacas para un estanciero tradicional.



LA CRISIS DEL SALADERO

La industria saladeril siempre había presentado una limitación en su desarrollo que estaba dada por los escasos mercados a los que se dirigía su producción. Dos eran los países compradores: Brasil y Cuba. En el correr del siglo XIX las crisis que afectaban a esos dos países reducían sus posibilidades de compra y esto repercutía en un descenso de las ventas de tasajo.
Al comenzar el siglo XX se produjo un estancamiento en las ventas que terminará en la crisis final y la liquidación de los saladeros. Los principales factores que inciden en ese estancamiento son el proteccionismo aplicado por Brasil y el aumento del valor del ganado que lo volvió muy caro para los saladeros.
Entre 1895 y 1904 los impuestos que aplicaba Brasil al tasajo que importaba de Uruguay subieron un 250% y entre 1905 y 1907 se elevaron en un 120%. Esto produjo alarma entre los saladeristas y los etancieros orientales.El aumento de los impuestos aduaneros por parte de Brasil tenía fines proteccionistas. El poder económico y político de ese país se había desplazado desde el norte azucarero (principal consumidor de tasajo) al centro-sur dedicado al cafe y a la cría de ganado. A los estancieros y  saladeristas brasileños les intentaban frenar el ingreso de las carnes uruguayas para que no compitieran con ellos. Por otra parte a los productores del café les interesaba un mayor ingreso de dinero al estado, por medio de los impuestos aduaneros, para subvencionar a la producción de café (el estado compraba el café no exportado para impedir la caída de los precios).
Con el aumento de los impuestos aduaneros, el precio del tasajo uruguayo que se vendía en Brasil aumentó  considerablemente, a tal punto que en el propio Congreso de Brasil un diputado exclamó que el tasajo uruguayo “parecía jamón”. Costaba tanto como la carne fresca brasileña, aunque tenía una ventaja sobre esta: se mantenía en buen estado en la zona tropical, pudiendolo almacenar y trasladar a largas distancias.
El otro factor que incidió en la crisis del saladero fue el aumento del valor del ganado. Esto fue provocado por dos razones: la valorización de la tierra y el mestizaje. El mestizo no era el animal más apto para el saladero por su alto costo; si bien se podía obtener más carne de él, esto no compensaba su mayor el mayor precio que debía pagar el saladero. Y no se podía pasar ese aumento al producto exportado por que sino no se podía competir con el tasajo hecho en Brasil.
Con los primeros frigoríficos el valor del ganado aumentó más ya que hubo más demanda. Para los saladeristas se hizo insostenible su situación ya que si aumentaban el precio del tasajo perderían sus clientes.
Búsqueda de soluciones para el saladero.- SE buscaron nuevos mercados para colocar el tasajo. Los cónsules uruguayos en Francia y Bélgica trataron de que los habitantes de aquellos países se acostumbraran al consumo de tasajo pero no obtuvieron éxito. Los europeos no aceptaban el sabor del tasajo y además, según informaba el cónsul en Bélgica, los obreros carecían del tiempo suficiente para preparar el tasajo que requería varias horas para su ablandamiento y cocción.
En 1908 y 1909 se intentó buscar mercados en Asia, menos pudientes que los europeos pero que TENÍAN una población abundante que podía consumir la carne salada. Se intentó introducirlo en Japón y en las colonias holandesa de Sumatra. Pero los pueblos de oriente, tradicionalmente vegetarianos, no consumían carne y menos rojas. Los soldados coloniales preferían los enlatados.
También se intentó vender tasajo en Africa, lograndose exportaciones hacia la colonia portuguesa de Angola.
Los saladeristas buscaron su propia solución ante  los impuestos aduaneros de Brasil. Muchos se establecieron del otro lado de la frontera y de esa manera no pagaban impuestos de importación a territorio brasileño.
En 1913 había 11 saladeros del otro lado de la frontera brasileña, de los cuales 10 eran de orientales. Faenaban ganado de Uruguay y enviaban el tasajo a través del ferrocarril desde Rivera o el Cuareim hacia Montevideo desde donde se trasladaba hacia territorio de Brasil. Era la forma de burlar el proteccionismo aduanero de Brasil, pero a larga iba a desnacionalizar la industria saladeril uruguaya.
Otra medida que tomaron algunos saladeros fue la diversificar su producción. Por ejemplo el saladero de los hermanos Tabares, ubicado en el Cerro de Montevideo, compró maquinaria para procesar los desperdicios del animal (huesos, sangre, vísceras) y transformarlos en abono.
Pero estos y otros intentos de encontrar una salida para el futuro del saladero no impidieron que el estancamiento se transformara en crisis definitiva. La instalación de más frigoríficos a partir de 1912 (el primero fue en 1905) llevó al fin del saladero y del tasajo. Hasta ese año los saladeros exportaban más que el único frigorífico instalado en Uruguay; pero en 1913 los frigoríficos exportaron más que los saladeros.
En 1913 coincidieron el considerable aumento del valor del ganado por las compras de los frigoríficos con la caída de las exportaciones de tasajo debido a una crisis europea que afectó a los exportadores de productos tropicales como el azúcar, entre los que se encontraban Brasil y Cuba. Muchos saladeros no pudieron enfrentar la situación y cerraron; los que se mantuvieron entraron en una agónica decadencia.
Una de las consecuencias del cierre de los saladeros fue la desocupación. Particularmente fue afectada la zona el Cerro de Montevideo que era donde vivían los trabajadores de los saladeros que estaban también en la zona. A fines de 1913 un obrero describía la dramática situación: “Lo cierto es que por las calles de la Villa del Cerro y en muchos barrios del Pantanoso. Vaga de un lado para a otro el robusto brazo del peón de saladero, desesperado por no hallar ocupación donde ganarse el pan para sus hijos. Los frigoríficos no dan trabajo al criollo: prefieren al extranjero, al ruso, al austriaco, al griego, porque si se exceden en el trabajo no saben protestar; por eso la crisis de trabajo mantiene en la miseria a los obreros siempre fuertes y activos en las luchas saladeriles...”
La existencia de desocupados provocaba la caída de los salarios de los que aún tenían trabajo. La miseria se acentuaba por que el principal alimento, la carne, había subido de valor. Antes de 1913 un peón de saladero con una hora de trabajo compraba un kilo de carne; después de ese año necesitaba tres horas de trabajo para comprar ese kilo de carne.